La autoestima es el concepto que tenemos de nuestra valía, el cual se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida, sean positivos o no.

Los millares de impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se conjuntan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un incómodo sentimiento de no ser o no poder llegar a ser lo que esperábamos.

Dentro de este concepto general, la autoestima sexual, es decir, la valoración que tenemos de nosotros mismos en este terreno, resulta esencial.

El autoconcepto y la autoestima sexual juegan un importante papel en la vida de las personas. Los éxitos y los fracasos en nuestras relaciones con los demás, la satisfacción con uno mismo y el bienestar psíquico llevan su sello.

En numerosas ocasiones, problemas en nuestras relaciones sexuales como la falta de deseo sexual, la eyaculación precoz, eyaculación retardada, disfunción eréctil, entre otras, están favorecidos o directamente provocados por una deficiente autoestima sexual.

Otras veces distintos conflictos en la relación de pareja, como pueden ser los celos o la falta de compromiso tienen también como denominador común una frágil autoestima. Esto provocaría pensamientos del tipo: “si yo no me gusto no puedo creer que nadie se fije en mí” o “si yo no me quiero me cuesta confiar en que alguien pueda ver en mí nada que justifique su amor”.

El autoconcepto y la autoestima sexual se desarrollan gradualmente durante toda la vida, comenzando a lo largo de la infancia y pasando por diversas etapas de progresiva complejidad. Cada etapa nos aporta impresiones, sentimientos, experiencias e incluso, complicados razonamientos sobre uno mismo y los demás. El resultado es un sentimiento generalizado de valía o de incapacidad sexual. Sin embargo el desarrollo de una adecuada autoestima sexual se ve amenazado con frecuencia por numerosas creencias erróneas y mitos que la perjudican.

Somos seres sexuados, desde que nacemos hasta que nos morimos, y la sexualidad puede convertirse en una fuente constante de bienestar o, por el contrario, si no nos preocupamos por ella, en una fuente de frustración. Ocuparse de nuestro bienestar sexual mejora la calidad de vida y, para ello, es necesario conocer cómo cambian nuestras respuesta sexuales con el paso del tiempo, cómo podemos hacer frente a las disfunciones sexuales que en un momento dado puedan aparecer, o cómo nos pueden afectar determinadas enfermedades médicas en el terreno de la sexualidad.

La autoestima sexual, incluye toda nuestra sexualidad, es decir; como afrontamos nuestra desnudez, nuestra hombría, nuestra manera de relacionarnos con nuestra pareja, si tenemos educación sexual, como desvirtuamos mitos, la manera de tener comunicación sexual verbal y corporal con la pareja, tener el conocimiento de nuestra anatomía, etc.

CAUSAS

Falta de educación sexual

Creencia de mitos sexuales

Vergüenza hacia la desnudez

Experiencias de humillación

Tener o haber tenido agresiones psicológicas o físicas

Tener alguna disfunción sexual

Haber vivido alguna experiencia sobre infidelidad

Maltrato físico y/o psicológico en la niñez.

Información sexual errónea.

Culpabilidad al afrontar su sexualidad

TRATAMIENTO PSICOLÓGICO

Terapia psicológica individual y/o de pareja

TRATAMIENTO SEXOLÓGICO

Asesoría sexológica individual y/o de pareja para un mayor conocimiento del funcionamiento de su autoestima sexual.

Sexoterapia individual y o de pareja

Asesoría sobre información sexual científica.

IMPORTANTE: Para diagnosticar correctamente una disfunción sexual; es necesario que un especialista en sexología clínica, pueda hacer una revisión global del estado físico, emocional y social del paciente. Solo de esta manera dicho diagnostico podrá ser certero y con ello establecer el tratamiento adecuado..